Es muy habitual que todos nuestros pueblos cuenten con leyendas populares que pasan por la tradición oral hasta nuestros días. De esta forma se explicaban los nombres de diferentes lugares y muchas de ellas implicaban mezclar la religión y los cultos religiosos con dichos lugares.
La leyenda de la Cruz de Pinto es una preciosa historia compartida entre los vecinos de Nerja y Frigiliana. Pinto es una colina de forma redondeada a media distancia entre ambos pueblos, con una altura aproximada de 340 metros sobre el nivel del mar. Desde ella se divisan unas vistas espectaculares de la Sierra Almijara y en su punto más alto hay situado un santuario con una cruz, muy venerada por los vecinos de ambas localidades.

Cuenta la leyenda que debe su nombre a los sucesos acaecidos en febrero de 1643, cuando, procedente de Nápoles, D. Francisco de Pinto navegaba por el Mediterráneo con la valija del duque de Medina de las Torres. Estando cerca de Nerja fueron sorprendidos por una terrible tormenta. Ante la gravedad de la situación y con la nave a punto de hundirse, el capitán Pinto prometió al Altísimo que si, tanto él como su tripulación, salvaban la vida, irían en procesión descalzos con antorchas encendidas, a colocar una cruz en la primera montaña más alta que se viera desde el mar. Salvó Dios sus vidas y desde entonces la cruz puede verse en la colina.
Son varios los autores de la provincia que han escrito sobre el tema. Ya en 1953 Diego Vázquez Otero en su libro “tradiciones malagueñas” comenta esta singular historia.

Posteriormente, Pablo Rojo, vecino de Frigiliana y abogado de profesión, pero con un gran interés por la historia de la Axarquía, publicó en 2012 su primer libro “Historia insólita de Nerja” en el cual, además introduce algunos datos que hacen dudar del origen real del nombre de esta colina, centrándolo en los hechos acaecidos tras la revuelta de los moriscos y la posterior repoblación de la zona llegando incluso a señalar documentación encontrada en el Archivo Histórico Provincial de Málaga.
Sin embargo, esta cruz y la pequeña capilla que la recoge siguen siendo hoy en día un lugar de visita y de ofrenda por las “gracias” concedidas. Es habitual que los jóvenes prometan la visita al lugar en pequeña peregrinación tras haber aprobado algún examen o después de conseguir el carnet de conducir.
Pero cualquier excusa es buena para visitar este punto, siendo una excursión de aproximadamente dos horas partiendo desde la bajada de la Calle Cuesta del Apero (si tomamos de referencia la Oficina de turismo) por el camino de acceso al sendero del rio Higuerón.
Es importante recordar no dejar velas encendidas para evitar posibles incendios y ser respetuosos con el entorno por el que paseemos, ya que, lamentablemente es habitual comprobar cómo se dejan en lo alto de la colina bolsas, paquetes o latas que señalan el uso irresponsable del espacio natural. Tanto es así, que algunos vecinos han cambiado la ofrenda y la complementa con el adecentamiento de la zona o incluso pintar de blanco la capilla que antes hemos mencionado.
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